martes, 25 de marzo de 2014

Robinson Crusoe

Nací en York, en el año 1636. Mi vocación era el mar. Pero mi padre, un hombre que tuvo fortuna en los negocios, siempre se opuso a ella tenazmente. A los dieciocho años, yo no tenía ninguna profesión y mi sueno era soló navegar.

Una mañana, mi padre, ya casi anciano, me llamó a su gabinete y me pregunto por qué tenia yo esa locura, cuando podía desarrollar en mi tierra un buen negocio y una vida agradable. Me dijo que no era necesario que me hiciese a la mar para ganarme el pan, ya él podía darme una profesión. Y, finalmente, recodó a mi hermano, quien había muerto en los Países Bajos, y a quien también le había hablado como a mí, en su caso para convencerlo de que no cometiera la insensatez de irse a la guerra.  Se conmovió mucho al recordar esto y las lágrimas  rondaron por su cara. Si yo también daba el mal paso, dijo, Dios no estaría de ni parte.... 
   

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